Motor, senderismo y otras maneras de pasar el rato...

sábado, 5 de septiembre de 2020

De Murillo a Riglos

Ésta preciosa ruta senderista, la teníamos prevista justo cuando nos confinaron en marzo por la Covi19. Luego, vino el calor veraniego y la hemos ido postergando. El viernes 4/09/2020 nos ha parecido un día apropiado para llevarla a cabo.

La primera parada, como es costumbre siempre que vengo por esta zona, la hacemos para tomar un rico café, en el Hotel Spa Aguas de los Mallos. Las vistas desde su terraza son magníficas, igual que el resto de instalaciones.

Desde el pueblo tomamos la pista que lleva al camping y posteriormente continúa hasta el rio. En la primera curva cerrada a derechas, sale de frente, el Camino Natural de La Hoya de Huesca, cuyas rojizas señalizaciones nos guiarán sin problema hasta Riglos. Al fondo de esta imagen, ya se puede ver el rojo de la pasarela sobre las aguas del Gállego.


Cartel explicativo a la entrada de la pasarela.
La pasarela tiene unos cien metros de longitud y 2,5 de anchura, y por la misma pueden transitar peatones, bicicletas y sillas de minusválidos. Una vez en la orilla de Riglos, el ascenso es muy complejo al haber una pendiente muy pronunciada. Por ello, y para que las bicicletas puedan seguir el trayecto, se incluye un raíl en la pendiente. Aunque las sillas de ruedas sí podrán ir por la pasarela, no podrán subir la pendiente.

La sensación una vez situados encima de ella, es de seguridad y las vistas, a pesar de haber bajado tanto, son muy interesantes.
El río Gállego se muestra bajo nuestros pies, caudaloso y cristalino a estas alturas del prepirineo.

Una vez en la margen izquierda del río, el terreno es bastante escarpado y con escaleras, por lo que el acceso con sillas de ruedas me parece una entelequia.



La señalización es buena y se conserva en buen estado. Contando que la pasarela se ha inaugurado hace ya casi siete años.


Por las fechas en que nos encontramos, el bosque muestra  decenas de especies con los frutos a punto de madurar, Hay encinas, robles, coscojas y carrascas y en todas, las bellotas están casi a punto.
El espino blanco o majuelo, muestra sus "manzanitas" con ese color carmesí provocativo para pájaros y demás fauna.
Moras de todos los colores...
Escaramujos...
Y hasta madroños. Amén de los frutos domésticos de los campos de cultivo de los alrededores. (Higos, almendras y olivas).
Vamos ahora por una senda estrecha y con el piso difícil por las piedras sueltas que hay en todo el trazado.

Ahora, toca ir remontando todo lo que habíamos bajado hasta el cauce del río. Las vistas, espectaculares.  A lo lejos en el horizonte, Peña Rueba.
Murillo de Gállego es un pequeño puntito en la lejanía.

Ahora la pequeña senda, se ha convertido en una pista. Las fincas agrícolas de los  alrededores, se cultivan todas en la actualidad y por tanto circulan vehículos y maquinaria agrícola.
Frente a nosotros, la impresionante mole de Los Mallos de Riglos. Pero como puede verse en el tamaño  de las casitas del pueblo, nuestro objetivo aún está algo retirado.
Cada metro más cercanos y a cada paso las vistas,   mas impresionantes.

Señales ferroviarias a la vista. Eso es buen síntoma. Significa, que estamos llegando a las vías del canfranero.

Y llegamos al apeadero de Riglos.




Una vez rebasadas las vías del tren, quedan a nuestra derecha unos olivos centenarios, a la vista de los troncos que muestran. 

La última subida tiene premio. Nos espera en el bar "UNA RUBIA MUY FRESCA"
(Y en el chalet de la izquierda de la imagen, esta placa conmemorativa)
En 2013 falleció en Prayssac (Francia), donde había establecido su última residencia, el artista aragonés Ricardo Santamaría, uno de los pioneros de nuestra vanguardia y particularmente del abstracto, al igual que lo fueron otras firmas como la de Orús o Hanton. Ricardo López Santamaría (Zaragoza, 192O) iniciaría su aprendizaje en la Escuela de Artes de su ciudad natal y fue uno de los miembros más activos de la Escuela de Zaragoza o Grupo Zaragoza, junto con Juan José Vera Ayuso y Daniel Sahún.
 Precisamente Vera sirve de enlace con el Pórtico de Lagunas, Aguayo y Laguardia. La dinámica de presencias en común, que Pórtico iniciara en los cuarenta prosigue en los sesenta e incluso con un carácter más consciente, sobre todo a partir de que el Grupo Zaragoza, el más activo por entonces, defendiera en manifiesto una actividad conjunta, al indicar que: “Por abundar el artista individualista, 
por ejercer poderosa influencia en el artista independiente el aspecto económico-social y ser manejado éste políticamente, debemos tender en lo posible a la formación de equipos o grupos con propósitos definidos”. A lo que de inmediato se añade: “Frente a la anarquía del esfuerzo aislado de la que hemos sido víctimas durante tantos años, debemos oponer el trabajo en colectivo, siendo de desear que las colaboraciones por regiones, por afinidades estéticas o por simple deseo de trabajar en común, en esfuerzo unido a los demás, no sea realizado por instinto de rebaño, sino por la necesidad de ahondar en
 la realidad circundante, profundizando” (Manifiesto de Riglos, 1965)


Antes que el calor apriete, emprendemos el camino de regreso a Murillo. Ahora es algo más fácil, porque es en gran parte cuesta abajo, aunque se ha de tener muchísimo cuidado con los resbalones y los culetazos, que ya la edad no perdona...
Vamos dejando atrás, la impresionante mole de piedra.



Murillo, cada vez se ve más cerca. Cruzar el río y un último esfuerzo de la subida por pista cementada.




Y esto ha sido todo por el día de hoy. Excursión sencillíta y con posibilidad de hacerla con niños o personas poco experimentadas en las andadas. Saludos y hasta la próxima...

Ah, si quieres ver Los Mallos por detrás, échale una ojeada a este vídeo que hice el año pasado.




1 comentario:

  1. Supongo que el café que tomasteis al principio estaría caliente de cojones...

    ResponderEliminar