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viernes, 25 de junio de 2021

De Alpartir, al Convento de San Cristobal.

Hoy viernes, para no perder la costumbre, me he ido de ruta. En esta ocasión, me he desplazado hasta la localidad zaragozana de Alpartir. Es un lugar desde el que se pueden llevar a cabo una gran variedad de rutas, dada su ubicación en la bonita Sierra de Algairen.
La de hoy, ha sido facilita. Una circular de 6 km, que lleva  dando un rodeo, hasta las ruinas del antiguo convento franciscano de San Cristobal.
He dejado mi vehículo en la explanada del cementerio ya que ese es el inicio de mi caminata.
Capilla de San Gervasio y San Protasio en una esquina del cementerio.

Tomo el llamado Camino Romeral, que aunque estrechito, está asfaltado en su totalidad. Va ascendiendo suavemente, pero como es a primera hora de la mañana, la verdad es que no se siente el ascenso.
En el segundo camino de tierra a la izquierda, me aparto del Camino   Romeral y continúo la ascensión.
A mi izquierda, campos recién plantados de almendros y algo más lejos, olivos y almendros ya antiguos.



Y ante mi vista, las ruinas del convento y la cerca de las huertas a sus pies. Aún me costará un buen rato llegar hasta ellas, pero ya su silueta, me guiará sin posibilidad de perdida.
A la izquierda de la imagen, restos de la gran cerca perimetral que rodeaba las propiedades del convento.
Continúo el camino, entre retamas, almendros, olivos y alguna vid.

En este cruce de caminos, giro por el de la derecha, que es la ubicación del convento.  Al fondo, a la izquierda,Sierra Vicor con su imponente radar  del EVA (Escuadrón de Vigilancia Aérea) a 1.411 metros de altura.

Antiguas construcciones, de las que no he logrado información fiable.
Arriba, en lo alto del monte San Critobal, restos de la pared perimetral, que más bien debía hacer de muralla.


Llegando por detrás a la Ermita de San Clemente.  Mandada construir por  Fray Clemente Tejero  en 1613
Su estado es ruinoso en la actualidad y  se debe tener mucha precaución, por sus frecuentes desprendimientos de techos y paredes.




Una verdadera lástima, porque debió ser preciosa.

Continúo ahora, por una senda que discurre en gran parte por lo que en su tiempo fue una acequia que acercaba agua a la huerta del convento.
Otros tramos por medio del monte, porque la maleza ha crecido por la antigua acequia y está impracticable.
Una de las dos balsas, donde desaguaba la antigua acequia. Ya intramuros del convento.


Entrando al recinto en la mañana de hoy 25/06/2021



Fuente dentro del convento, que según la tradición, no ha dejado de manar nunca.
Restos de la antigua iglesia.





Lo que en su momento fue el gran patio del convento y que ahora es un bonito mirador. Arriba a la derecha de la imagen, la Ermita de la Virgen del Pilar y en la cresta del monte los eremitorios.

Ermita de La Virgen del Pilar, construida en 1652 a expensas  de Jaime Ximénez de Ayerbe, prior del Pilar de Zaragoza.
También se puede disfrutar de una ruta botánica, con carteles indicativos al lado de cada especie de árbol  o arbusto.



Parte posterior de la ermita del Pilar. Se decía de ella ; posee una cubierta barroca rematada  en cúpula con linterna y decorada con yesería. Pues bien, nada de eso se conserva actualmente. La techumbre sencillamente, no existe.
Pozo nevero del convento.




Un arbusto, que no había visto en mi vida.  Colutea atlántica.  


El sendero de la ruta  botánica, continúa ascendiendo hasta un punto geodésico en la cresta del monte.
Regreso por tanto al convento, que lo que quiero es subir hasta los eremitorios.
A esta altura, las vistas son espectaculares. 



El ascenso hasta las pequeñas celdas, es bastante peligroso y muy dificultoso. (Será la edad)



Abajo, la confirmación palpable de que la techumbre de la Ermita de La Virgen del Pilar, está en el suelo.
Una vez visitados los lugares previstos, me dispongo a abandonar el recinto. Ahora saldré por lo que en su momento, fue la puerta de entrada al convento.
Puerta de entrada, que en mi caso es justo al contrario. Arriba, a media ladera la ermita.


Pared del lado norte del convento y camino de acceso.
Vista de las paredes que aún resisten de lo que en su día fue la iglesia.

Pitas  (Agave americana) en lo que fue la gran y mimada huerta del convento.
Granado. (Púnica granatum)


Últimos metros del camino de tierra  por el que  se accede al convento.

Aquí volvemos a pisar por asfalto hasta el pueblo.

Y antes de que el calor sea sofocante, llego al aparcamiento situado a las puertas del cementerio, donde está aparcado mi coche. Han sido unos 6 km de caminata, pero luego he subido y bajado por escarpados lugares, hasta acceder a los eremitorios. Ha estado bien. La Sierra de Algairen no defrauda nunca.
SALUDOS.