En una mañana algo ventosa, pero con temperatura bastante agradable, a pesar de encontrarnos a 12 de noviembre, nos encaminamos hasta el termino de La Puebla de Albortón, para realizar ésta ruta senderísta de unos 13 km. Dejamos el coche en las proximidades de la cantera de La Princesa y damos comienzo al descenso de la llamada Curva de La Herradura.
En este mapa se aprecia el recorrido de nuestra ruta. La Curva de La Herradura, era la rampa más elevada de toda la línea; para remontarla, se fraccionaban los trenes de mercancías, desde las estaciones de Azuara o La Puebla de Albortón o se superaba a doble tracción con toda la carga.
En este mapa se aprecia el recorrido de nuestra ruta. La Curva de La Herradura, era la rampa más elevada de toda la línea; para remontarla, se fraccionaban los trenes de mercancías, desde las estaciones de Azuara o La Puebla de Albortón o se superaba a doble tracción con toda la carga.
Apartadero-cargadero de La Princesa, km 91,300 de la línea. Altura sobre el nivel del mar, 617,35 metros. En explotación, cantera de piedra caliza, destinada a azucareras, cementos y balasto para vías y carreteras. Era propiedad de Minas y Ferrocarriles de Utrillas, S.A. Existía toma de agua para las locomotoras, servida con tanques, además de aljibe de agua potable para dar servicio a las viviendas allí existentes.
En la actualidad, es la única construcción de la antigua línea férrea que "luce" su señalización en esmalte.
Hasta no hace muchos años, ha estado habitada y de ahí que su conservación no sea excesivamente mala.
El ferrocarril fue inaugurado el 29 de septiembre de 1904 y el día siguiente viernes 30 de septiembre comenzó a prestar servicio público, siendo una gran mejora para la comarca al no existir en aquellas fechas otras vías de comunicación que caminos de herradura y carreteras con carros y diligencias de tracción animal.
Para la construcción de este ferrocarril se reseña que hubo que vencer muchas y serias dificultades debido al terreno tan quebrado que existía a todo lo largo de la línea, que se componía de fuertes trincheras, terraplenes, túneles, puentes, pontones y alcantarillas, encontrándose muy poco terreno adecuado que favoreciese su construcción. Salvándose todas estas dificultades y en el tiempo récord de cuatro años, se llegó a su inauguración.
A unos cientos de metros, después de rebasar la casilla de La Princesa y la cantera del mismo nombre nos encontramos con un pequeño altarcito en la orilla izquierda de la trinchera del tren. Está situado a unos tres metros de altura y cuenta con una escalera de acero para acceder a él con facilidad.
No encuentro en la red información al respecto, pero cuando hice todo el trayecto de la línea a pié en 2017 creo que leí que en ese lugar debió ocurrir algún accidente y en recuerdo de dicho percance se erigió ese pequeño altarejo.
El ÚLTIMO TREN: Fue un sábado día 15 del mes de enero de 1966 cuando el jefe de la estación de Utrillas-Montalbán dio a las 8 horas la última salida oficial al último tren. Se trataba del nº 102 mixto, su máquina la nº 207, de las llamadas Colís, su composición; vagones cargados de carbón, coche de viajeros, furgones y otros carruajes con materiales preparados anteriormente para su final.
La mayor parte del descenso que estamos realizando, trascurre por una mancha de pinos de buen tamaño. Hace unos poco años, zonas colindantes fueron pasto de un voraz incendio, pero esta vertiente se salvó de las llamas.
El camino en casi toda su extensión es bastante fácil, aunque en algunos tramos la vegetación quiere volver a adueñarse de lo que un día fue suyo. (Acabará apoderándose)
A lo largo de todo el trayecto de 127 km del ferrocarril de Utrillas-Zaragoza, había un total de 63 casillas para uso del personal de vías y obras, guardabarreras y guardagujas.La conservación de las que se mantienen en pie a fecha de hoy es bastante deplorable. En un tiempo, muchas sirvieron de refugio de cazadores y alguna para segunda residencia, pero en la actualidad están casi todas ellas vandalizadas y pronto serán solo un recuerdo.
Aunque paralelo a la traza de la antigua vía, discurre un camino, nuestra marcha la hacemos pisando carbonilla y piedras del balasto. En esto queremos ser rigurosos.
Aunque en todos los puente, tajeas y alcantarillas se desmontó inmediatamente todo el hierro al cesar el tráfico en el año 66, aún se conservan varios viaductos que se habían construido de piedra. Este por ejemplo daba paso a los innumerables campos de labor.
Otra casilla ferroviaria frente a los montes de La Puebla.
Bonita imagen de los montes entre el Puerto de Valdescalera y La Puebla de Albortón.
El autor de este reportaje, rumbo a la Foz de Zafrané, caminando por la antigua traza de la vía.
Mi acompañante en la mañana de hoy. J.Alejandro Lobaco.
La última casilla antes del barranco. Su construcción fue en piedra y se conserva bastante bien. La última vez que hice este recorrido, estaba bien cerrada y se apreciaba que estaba en uso. Hoy no estoy muy seguro de eso...
Y china chano, hemos llegado hasta el Barranco de la Foz de Zafrané.
Estamos sobre los sillares donde se asentaba el puente de hierro que hacía posible cruzar en tren el barranco. La distancia al otro lado es de algo así como 115 metros. La profundidad de algo más de 42 metros. (Impresionante)
Frente a nuestra vista, la entrada de la llamada Cueva Madre. Ahora daremos un gran rodeo y caminaremos por las entrañas de la Foz...
A causa de las lluvias de días anteriores, en algunos tramos hemos encontrado charcos que nos han entorpecido un poco nuestro placentero caminar. Pero bueno, esto es un barranco. Algo que se ha ido produciendo por las aguas y la erosión durante miles de años.
¡Cuidado, que el piso está resbaladizo!!
El fortísimo viento del día, se amortigua bastante entre las altas paredes del barranco.
Sus verticales paredes son aprovechadas por muchos escaladores. En esta mañana de martes de noviembre, nos hemos encontrado media docena de ellos. A este grupo, le hemos pedido permiso para retratarlos y ellos amablemente han accedido.
Cueva Madre. En su techo y paredes también se aprecia multitud de material de escalada.
Mi compañero en las proximidades de la cueva.
Pilar de 42 metros de altura donde se apoyaba el viaducto de La Foz de 115,5 metros de longitud, construido por la Maquinista Terrestre y Maritima y casi gemelo al que se instaló en las proximidades de Belchite para salvar el cauce del Río Aguas Vivas.
Su base se encuentra bastante deteriorada y si no se actúa con celeridad su conservación será imposible. El puente de hierro, durante el trascurso de la guerra civil fue volado para impedir que los trenes llegasen a Belchite. Después de la contienda se volvió a restaurar, aunque durante un tiempo se trasvasó el carbón en vagonetas aéreas por medio de sirgas.
Foto de la época.
Otro aspecto del interior de la Cueva Madre. Carteles informativos del entorno, recientemente instalados. Esperemos que duren...
Cuando se puso en marcha el ferrocarril, había una cantera de piedra para devastar utilizada para bordillos de calles y otras aplicaciones. Era de propiedad particular. De esta cantera, el ferrocarril transportó toda la piedra arrancada, la cual tuvo mucha importancia en calidad; tanto fue así que el Banco de España y el edificio nº 43 de la calle San Miguel de Zaragoza, fueron construidos con dicha piedra, llamada sillería y hoy todavía admirables.
Actualmente encima del barranco y enfrente de la estación de La Puebla de Albortón que está a orillas de él, se explota una gran cantera de piedra ornamental y se dice en las crónicas que palacios y catedrales como la Seo, El Pilar o el Palacio Real de Madrid, cuentan con jaspes de La Puebla.
Saliendo del barranco...
La Puebla de Albortón es la localidad natal de Juan Antonio Artigas, abuelo del héroe en la historia de Uruguay José Gervasio Artigas.
Y llegamos a nuestro coche y partimos para casa. La tarde se prepara de tormenta, según está el cielo. La mañana ha sido muy fructífera y hemos visitado lugares sorprendentes. Hasta la próxima. Espero que te guste esta crónica.
P.D.:
Mucha de la información vertida en este relato, es autoría de Jesús Albero Gracia, publicada por Institución Fernando El Católico.
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