El hecho de haber leído recientemente la novela de José María Mendiluce, "Pura vida" y haberme gustado muchísimo su lectura, junto con el de disfrutar por primera vez en mi vida laboral, de vacaciones de invierno, hicieron que ese abril de 2006 organizásemos un viaje a ese país centroamericano.
Nos desplazamos en nuestro coche, desde Zaragoza hasta Barajas y una vez estacionado el vehículo en el aparcamiento de grandes estancias, tomamos el micro hasta la terminal 1, que es de la que saldrá nuestro vuelo. La hora de embarque, es las 11 am. Hasta el momento, todo se va desarrollando a la perfección.
Tomamos posesión de nuestros asientos, en el Airbús 330 con capacidad para 354 pasajeros. A la hora prevista y con puntualidad británica, el comandante avisa por megafonía, que va a comenzar el despegue y así sucede a continuación.
Todo el trayecto aéreo, se desarrolla sin incidente alguno digno de mención. La comida es normalíta, la tripulación amable y servicial y el vuelo Madrid-San José se efectúa de forma rutinaria.
A las 15.30 pm (hora local) aterrizamos en el Aeropuerto Juan Santamaría. El día es bastante gris y algo triste, pero la temperatura es excelente. Una vez superados los tramites aduaneros y recuperado nuestro equipaje, nos disponemos a tomar un taxi, para ir a nuestro hotel en Alajuela. Compramos un tiket para el taxi anaranjado y ahí comienza nuestra decepción y sorpresa. Al decirle al taxista la dirección del hotel, nos hace saber que el mismo, se encuentra en el extrarradio de Alajuela (La Trinidad) y al tiempo que vamos llegando, se nos acaban de "caer los palos del sombrajo" Todas las casas, están con rejas y alambradas de espino e incluso en muchas, las llamadas concertinas. Le pregunto al taxista si el indice de delincuencia y peligrosidad, es tan elevado y él, de una forma ambigua se sale por la tangente...
Llegamos en unos minutos al Hotel Coconut y ya es donde se confirman nuestros peores presagios. Dicho establecimiento, está vallado con rejas de más de tres metros y aún así dichas rejas están coronadas con concertinas.
Es evidente de donde salió el nombre del hotel...
Y para completar la estampa, nos sale a recibir la dueña del hotel y otro hombre de semblante curtido y aventurero, cada uno de ellos, sujetando un perro a cada cual de aspecto más feroz. Ella, un mastín liberiano y él un pittbull. ¡¡Vaya recibimiento!!
Mi mujer aún así, se hizo amiga enseguida de los canes y de sus dueños (Incosciente)
La dueña del hotel, (Heike), es una alemana muy seria, pero que en un "español" complicado de entender, trata de ser muy amable y servicial. Nos enseña todas las instalaciones del recinto, que en realidad se trata de un lugar con una oficinita, unos baños y un salón comedor. Luego muchos apartamentos alineados unos al lado del otro, con un porche-garage a la entrada, un saloncito amplio, cocina, baño y una habitación con cama doble, bastante amplia y confortable.
Mientras nos instalamos y ponemos cómodos, nuestra anfitriona Heike, nos había gestionado en una agencia próxima de Rent Card el alquiler de un pequeño 4x4 (Suzuki Jimmy) que nos trajeron a la puerta de inmediato. Lo introduje en nuestro porche-garaje y nos fuimos por el barrio a tomar unas cervezas ya más sosegados.
Por el dia, las garitas que había en las esquinas, estaban vacías, pero por la noche eran ocupadas por vigilantes armados.
En la hierba del parque, estaban prohibidas las escenas amorosas...
Concertinas, coronando todas las construcciones.
Siguiendo los pasos y andanzas de los protagonistas del libro de Mendiluce, nos preparamos para partir en primer lugar a Puerto Limón y de allí a Puerto Viejo, en pleno Mar Caribe, más tarde, cruzando de nuevo el país, a Manuel Antonio en la costa del Pacifico, después visita al Volcan Poás y ya de nuevo a Alajuela y San José.
Partimos pronto, porque ya estamos avisados que las carreteras son bastante pésimas y los promedio si a los que estamos acostumbrados en Europa, aquí no podemos ni soñarlos.
Cuando digo malas, es que son estrechas, con baches enormes, sin señalizar en ninguno de sus sentidos y con la selva, arañando sus margenes.
Creo que solo una vez pasamos por un tramo en el que pagamos peaje y no es que fuese una autopista al uso.
Parada en el camino, para degustar las ricas viandas que ofrece cualquier chiringuito de la ruta.
Arroz con camarones, bananas fritas y vasos enormes de café.
En cualquier alto en el camino, selva con vida plena de animales y plantas.
Y por fin llegamos a nuestro primer destino playero. Azánia Bungalows, en Playa Cocles. Puerto Viejo Mar Caribe.
Se trata de un conjunto de cabañas en medio de un bosque tropical, una gran piscina y varios restaurantes. Todo ello, al lado de unas playas caribeñas, totalmente solitarias.
El detalle de las toallas formando figuras, típico de los hoteles caribeños.
Imprescindibles mosquiteras en las camas, si no quieres aparecer acribillado de picaduras al día siguiente.
Relax y turismo de naturaleza...
Y como decía antes... playas solitarias.
Las rutas principales, soportan bastante tráfico, sobre todo de enormes camiones norteamericanos. Toda la producción de banano y ananás (piña americana) es propiedad de compañías yanquis (Chiquita Brans)
A izquierda y derecha, selva húmeda con la mayor biodiversidad de la Tierra.
Nuestro Jimmy, bien aparcado para hacer tranquilamente cientos de fotos.
Pueblos y pueblos con cierto aire de provisionalidad...
Hace calor. Es casi mediodía y apetece un baño. Este parece buen lugar. Es indudable que en las proximidades debe haber algún volcán, porque la arena de esta playa, es totalmente negra.
Kilómetros de playa y no podemos contar diez personas...
En cualquier lugar, en la orilla de las carreteras, puedes comprar fruta recién cogida.
Mangos, papayas, piñas o bananas.
En este pueblo, nos detuvimos bastante rato para ver evolucionar a los caballistas.
Mostraban mucha destreza, sobre unas monturas algo más pequeñas que nuestro caballo de pura raza española o el de ellos "caballo costarricense Al Paso". Pienso sin temor a equivocarme, que eran "caballos criollos"
Circular por algunos lugares, sobre todo puentes, era complicado. No hay muchas señales y menos, educación vial. Es la ley del más fuerte, o del yo lo vi primero. Paciencia y te vas acostumbrando...
Pasaremos unos, detrás de otros...
Te apartas a un lado, compras unas refrescantes vitaminas naturales y entablas conversación con cualquiera y esperas que pase la caravana...
Casi en el centro de un pueblo, vimos este cementerio tan peculiar, por lo menos para nuestras costumbres...
Y al caer la tarde, llegamos a nuestro alojamiento en Manuel Antonio. O sea, el Hotel California. Naturaleza desbordante, en cuanto a plantas y seres vivos. Las iguanas, estaban por todos lados y debías tener cuidado para no pisarlas.
Habitaciones súper cómodas y muy amplias.
El aire acondicionado, como les gusta a los americanos, (20º) empañando cristales, espejos y gafas...
Magnífica piscina y el Mar Pacífico, al lado...
Los precios del restaurante, bastante contenidos. Sobre todo los desayunos que nos preparaban eran pantagruélicos. Frutas de todas clases ya troceadíta, café riquísimo y muy abundante y quien lo desease, el plato nacional. "Gallo pinto"https://es.wikipedia.org/wiki/Gallo_pinto
"La jefa" me ha censurado esta foto. Dice que salía muy "espatarrada"
En los alrededores de nuestro hotel, se encuentra el espacio natural Parque Nacional Manuel Antonio.
Se ven, simplemente dando un paseo, cientos de especies animales. Por ejemplo los monítos titis.
También son muy abundantes, los monos perezosos.
Los más alborotadores, son las colonias de monos aulladores. Algunos ejemplares machos, llegan a medir casi un metro de altura. Disputan su territorio dando unos aullidos terribles.
Todos los alrededores, son bastante pintorescos.
El turismo que había, era escaso comparado con la masificación de nuestras costas. Tampoco las infraestructuras permitirían mucho más.
En cualquier apartadero de la ruta, encuentras un puesto de fruta o comidas. En esta ocasión eran pasteles y bollería.
O por lo menos, eso pensábamos... (Parece que lo que creíamos dulce, ha resultado salado)
Y por fin, vemos una. Resulta que habíamos leído, que la carreta de bueyes, era el símbolo de Costa Rica, pero llevamos diez días en el país y no habíamos dado con ninguna.
Plantaciones de bananos, por doquier.
También palmas y cocoteros en cualquier parte.
Ojo al cartel. El que avisa, no es traidor!
Si dice en mal estado, es porque está en pésimo estado.
Deseando de cruzar el río, por el jodido puente. Da la sensación desagradable, que en cualquier momento, deja de estar en servicio.
Y llegamos al Volcán Poás. El parque natural donde se encuentra el volcán, es un recinto reservado y por la única carretera de acceso, se paga una cuota por cada pasajero del coche y otra por el aparcamiento del vehículo. No sé como nos debió mirar el vigilante, que a mi mujer le dio una entrada de turista, de 7 dolares y a mí una de residente de 600 colones. (Algo menos de un euro)
Estamos a más de 2.500 metros de altitud. La espesa niebla, nos impide ver el cráter, pero los efluvios y los gases que salen de las entrañas de la tierra, son perfectamente perceptibles.
Desde nuestra visita, el volcán ha entrado varias veces en erupción. La última en septiembre de 2019
Sombrilla del pobre (Gunnera insignis),
Bajando del Poás, paramos a repostar combustible y el gasolinero nos quiso liar con el cambio de dólares a colones. Casi nos hacía un cambio a la par. Nos costó bastante rato deshacer el entuerto, hasta que haciéndonos fuertes, le dimos tres opciones. Esperar a que abriesen mañana las oficinas bancarias para cambiar, sacarnos el combustible que habíamos repostado o esperar a que viniese la policía a mediar en el conflicto. Después de bastantes tiras y aflojas convinimos un cambio medio bueno...
Llegamos de nuevo a nuestro primer hotel en Alajuela, de vuelta de nuestra tourné costarricense.
Toca encerrar el coche, ducharnos y cambiarnos de vestimenta. Nos vamos en bús, a la capital San José
El trayecto es cortito y en media hora más o menos, estamos deambulando por la capital de Costa Rica. Es el 1º de Mayo y los "ticos" están de celebración.
Nos tropezamos con algún personaje peculiar, que en agradecimiento de las monedas que le pusimos en la caja, nos bailó, nos cantó y se retrató con nosotros.
Otros "personajes" se mostraron muy fríos y parcos en palabras.
Teatro popular Melico Salazar
Teatro Nacional.
Manifestación del 1º de mayo.
Majorettes, animando la mani...
Esto, está tocando a su fin. Sacamos nuestro Jimmy de su encierro, llevamos las llaves a nuestra anfitriona Heike y partimos rumbo al aeropuerto. Allí, entregaremos el coche y embarcaremos de nuevo rumbo a España.
La estancia ha resultado muy placentera y las despedidas siempre son algo penosas.
Facturamos nuestro equipaje y estando a la espera de que llegase el avión de Air Madrid, irrumpieron de golpe una docena de policías y varios perros, que enseguida se abalanzaron a las mochilas de algunos de nuestros "compañeros de viaje" y ya no volaron con nosotros de regreso a España...
Puntual a la cita nuestra nave se amorró a la terminal del aeropuerto y comenzamos a subir a bordo.
Nos esperaba una nueva sorpresa, que en principio no estaba en los planes al encargar el vuelo. El avión, en lugar de hacer la travesía directa como a la ida, tomó rumbo a Panamá City, (Panamá) para repostar combustible (se dijo que allí era mucho más económico) Lo malo es que el vuelo, con una duración prevista de 10 horas, tardó algo más de 12.
No hubo novedad reseñable durante todo el trayecto. Dormimos gran parte del vuelo y creo recordar, que en todo el viaje, ni me levanté para ir al baño. La compañía de aviación Air Madrid ya había mostrado algún mal comportamiento en esa época, pero nuestro viaje lo realizó con excelencia. No obstante, en diciembre de ese año 2006 dejó en tierra después de haber pagado sus pasajes a miles de viajeros que iban a pasar sus vacaciones navideñas a varios paises americanos. Poco después se disolvió o entró en concurso de acreedores, como todo el grupo Marsans, al que pertenecía.
Deseo que os haya gustado el relato. Espero vuestros comentarios.
Hasta la próxima.
"PURA VIDA"
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